En sus primeras declaraciones oficiales después de que el Partido Laborista ganara las elecciones con una mayoría absoluta, el primer ministro británico, Keir Starmer, prometió encabezar un "gobierno de servicio" con una misión de renovación nacional. Este triunfo marca el fin de más de una década de oposición para los laboristas.

En su discurso frente al número 10 de Downing Street, Starmer reconoció la desilusión y el cinismo generalizados respecto a la política, comprometiéndose a restaurar la fe en el gobierno. "Mi gobierno les hará creer de nuevo", afirmó Starmer, mientras sus seguidores lo vitoreaban. "El trabajo por el cambio comienza de inmediato. Reconstruiremos Gran Bretaña… Ladrillo a ladrillo reconstruiremos la infraestructura de las oportunidades".

En una de las escenas características de la política británica, Starmer asumió la residencia oficial aproximadamente dos horas después de que el líder conservador, Rishi Sunak, y su familia abandonaran la casa y el rey aceptara su renuncia.

"Es un día difícil, pero dejo este trabajo honrado de haber sido primer ministro del mejor país del mundo", dijo Sunak en su discurso de despedida. Más temprano esa mañana, Sunak había admitido la derrota, calificando el resultado como un "veredicto aleccionador". En un reflexivo discurso de despedida, reconoció sus errores y asumió la responsabilidad por la pérdida. "He escuchado su enojo, su decepción y asumo la responsabilidad por esta pérdida", dijo Sunak. "A todos los candidatos y activistas conservadores que trabajaron incansablemente pero sin éxito, lamento que no hayamos podido ofrecerles lo que merecían sus esfuerzos".

Con casi todos los resultados conocidos, el Partido Laborista había ganado 410 escaños en la Cámara de los Comunes de 650 bancas, mientras que los conservadores obtuvieron 118.

Para Starmer, el triunfo trae consigo enormes desafíos, enfrentándose a un electorado cansado e impaciente por el cambio en un contexto de malestar económico, creciente desconfianza en las instituciones y un tejido social desgastado. "Nada ha ido bien en los últimos 14 años", dijo el votante londinense James Erskine, optimista sobre el cambio horas antes del cierre de las urnas. "Simplemente veo esto como el potencial de un cambio radical, y eso es lo que espero". Starmer prometió que "el cambio comienza ahora".

El nuevo primer ministro asume el poder con la promesa de una transformación profunda y un compromiso con la reconstrucción de la nación, enfrentando de inmediato los desafíos económicos y sociales que han marcado la última década.