

Desde Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum expresó con contundencia su postura frente al prolongado conflicto entre Israel y Hamás, al tiempo que anunció el inicio de una misión humanitaria integrada por ciudadanos mexicanos rumbo a la Franja de Gaza. En un tono sobrio, pero firme, Sheinbaum reiteró el compromiso de su gobierno con la paz internacional y el respeto a la dignidad humana en contextos de guerra.
“Nosotros creemos que esa guerra debe de terminar. Es mucho sufrimiento. Todas las guerras son sufrimiento y esa guerra debe de terminar”, subrayó la mandataria, quien ha mantenido una línea constante en favor del cese al fuego y del reconocimiento pleno de ambos Estados: Israel y Palestina.
La declaración surge en un momento de renovada tensión internacional, cuando los esfuerzos diplomáticos parecen insuficientes frente al deterioro humanitario en Gaza. Aunque Sheinbaum aclaró que la misión humanitaria no se financia con recursos del gobierno federal, su respaldo institucional al proyecto ha sido interpretado como un gesto de solidaridad y compromiso ético en medio de una crisis con implicaciones globales.
La posición mexicana mantiene coherencia con el principio de no intervención y de solución pacífica de controversias, pilares históricos de la política exterior del país. Sin embargo, la administración actual ha optado por asumir una voz más visible y empática en foros internacionales, especialmente cuando se trata de conflictos que afectan directamente a poblaciones civiles.
En línea con esta visión, Sheinbaum reiteró su llamado a que la comunidad internacional redoble esfuerzos diplomáticos para alcanzar un alto al fuego sostenible y que se reconozcan los derechos soberanos tanto del pueblo israelí como del palestino. El mensaje, más que una toma de partido, busca recuperar el principio de coexistencia como fundamento de cualquier orden internacional duradero.
Mientras las potencias del mundo discuten escenarios geopolíticos, la postura mexicana —en voz de su presidenta— resuena como un llamado humanista: frenar el ciclo de violencia para dar paso a la diplomacia, el reconocimiento mutuo y la reconstrucción de la esperanza en uno de los territorios más castigados del planeta.