

Ante la elección de la panista Kenia López Rabadán como nueva presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, la presidenta Claudia Sheinbaum optó por una postura institucional, evitando emitir juicio político sobre el nombramiento y destacando que el proceso se realizó conforme a las normas internas del Congreso. “Se respetó la regla”, afirmó, en referencia al mecanismo rotatorio que organiza la presidencia de este órgano legislativo.
Durante su intervención, Sheinbaum explicó que existe una dinámica preestablecida para la designación anual de la presidencia en la Cámara Baja, la cual se turna entre las principales fuerzas políticas del país. En esta ocasión, señaló, el turno correspondía a la representación del Partido Acción Nacional (PAN), y posteriormente, según este orden, corresponderá al Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
Al subrayar que la norma fue respetada y se cumplió el principio de paridad, la mandataria reafirma el papel de su administración como garante del equilibrio entre poderes y la autonomía del Legislativo, evitando interferencias en un contexto donde las tensiones partidistas podrían escalar con facilidad. “Hay una regla en el Senado, es distinto, pero en el caso de la Cámara de Diputados va turnándose un año...”, puntualizó.
La elección de López Rabadán ha generado diversas reacciones, tanto por su perfil opositor como por su trayectoria en tribuna. Sin embargo, la respuesta de Sheinbaum refuerza una línea de conducción centrada en el respeto a los cauces institucionales, incluso cuando estos colocan en posiciones clave a figuras críticas de su gobierno.
Al abstenerse de una valoración política directa, la presidenta envía una señal hacia dentro y fuera del país: el funcionamiento de las instituciones democráticas no depende de afinidades ideológicas, sino de la observancia de reglas comunes. Y en un momento en que el debate parlamentario se perfila como uno de los ejes de tensión para el segundo semestre del año legislativo, este mensaje adquiere un peso estratégico.