

El Banco Central de la República Argentina (BCRA) anunció este lunes la firma de un acuerdo de estabilización cambiaria por 20.000 millones de dólares con el Gobierno de Estados Unidos, en una medida que busca contener la volatilidad del mercado de divisas y apuntalar el delicado equilibrio macroeconómico del país.
El acuerdo, que había sido anticipado en semanas previas como parte de las conversaciones entre las administraciones de Donald Trump y Javier Milei, fue formalizado con el respaldo del Tesoro estadounidense y representa uno de los gestos bilaterales más contundentes hacia la nueva conducción económica argentina.
Según el comunicado oficial del BCRA, el programa tiene como objetivo inmediato contribuir a la estabilidad macroeconómica, especialmente en un contexto de reservas internacionales limitadas, presiones inflacionarias persistentes y una brecha cambiaria que sigue afectando el desempeño financiero del país.
Si bien los detalles operativos del mecanismo aún no han sido divulgados en su totalidad, fuentes cercanas al acuerdo señalan que incluiría líneas de liquidez contingente, instrumentos de cobertura cambiaria y respaldo al mercado de deuda soberana, bajo condiciones previamente establecidas entre ambas partes.
Desde el Gobierno argentino, se interpreta el anuncio como un respaldo político y financiero clave al programa de reformas impulsado por Milei, quien ha abogado por una política monetaria ortodoxa y una liberalización gradual de los controles cambiarios. El presidente ha insistido en que una de sus prioridades es «reconstruir la credibilidad internacional» de la economía argentina.
La inyección potencial de divisas también busca descomprimir la demanda de dólares financieros, sostener el valor del peso argentino y dar mayor margen de maniobra al BCRA sin tener que recurrir a intervenciones costosas o inconsistentes con su política de reducción de la base monetaria.
Este movimiento se da en paralelo a la renegociación de compromisos con organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y a la implementación de un conjunto de medidas fiscales y regulatorias que buscan encauzar la economía tras años de desequilibrios estructurales.
La firma del acuerdo representa, en los hechos, una señal de confianza desde Washington hacia el rumbo económico de Buenos Aires, y marca un momento relevante en la redefinición de los vínculos bilaterales entre ambos países en un escenario regional cambiante. Resta por ver si este nuevo respaldo financiero logrará traducirse en resultados concretos de estabilización en un contexto todavía incierto.