El papa Francisco y su histórica visita a Ciudad Juárez: una memoria viva tras su fallecimiento

Con la muerte del papa Francisco a los 88 años, ocurrida este lunes 21 de abril en Roma, el mundo católico recuerda momentos clave de su pontificado, entre ellos, su significativa visita a Ciudad Juárez en febrero de 2016, último destino de su recorrido por México. La presencia del primer pontífice latinoamericano en territorio chihuahuense dejó una huella profunda no sólo entre fieles, sino en la memoria colectiva de una ciudad marcada por la migración, la violencia y la esperanza.
Aquel 17 de febrero, Jorge Mario Bergoglio arribó al Aeropuerto Internacional Abraham González a las 10:00 horas, donde fue recibido por autoridades religiosas y civiles, entre ellos el entonces gobernador César Duarte. Multitudes con pañuelos blancos lo esperaban para ser testigos de una jornada que combinó simbolismo, crítica social y cercanía pastoral.
La misa celebrada en el bordo fronterizo con El Paso, Texas, se convirtió en uno de los momentos más poderosos de su pontificado en América Latina. Más de 250 mil personas presenciaron una liturgia que no miró hacia uno u otro país, sino que se colocó en perpendicular al Río Bravo para subrayar un mensaje claro: la dignidad de las personas migrantes no conoce fronteras. Desde ahí, el papa denunció el tráfico humano, la violencia del narcotráfico y la injusticia contra los más pobres.
Durante su estadía, Francisco visitó también un centro penitenciario, se reunió con empresarios, trabajadores y seminaristas, y recorrió en papamóvil las inmediaciones del Estadio Olímpico Benito Juárez. Su paso por el Cereso número tres marcó un precedente: fue el primer pontífice en oficiar una misa dentro de una cárcel fronteriza en México, un gesto que reforzó su imagen como defensor de los excluidos.
En su homilía, no eludió la denuncia: “Muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico humano, de la trata de personas. Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global”, dijo entonces. Y añadió una frase que todavía resuena: “Ninguna frontera puede impedirnos compartir el amor misericordioso que el Señor nos da”.
La visita cerró con un mensaje lleno de esperanza, en el que citó a Octavio Paz: “La noche nos puede parecer enorme y muy oscura, pero en estos días he podido constatar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza”.
El legado del papa Francisco en Ciudad Juárez no quedó solo en palabras. Tras su visita se anunció la creación de un museo en su honor, proyecto que no llegó a concretarse. Sin embargo, años después, parte del mobiliario utilizado por el pontífice, incluido un sillón blanco con el escudo del Vaticano, fue hallado en la capilla privada del exgobernador Duarte, dentro de su rancho El Saucito. Hoy, ese objeto permanece bajo resguardo de la Fiscalía General del Estado como parte de los bienes incautados.
A pesar del paso del tiempo y del desenlace de figuras políticas involucradas en su visita, la presencia del papa Francisco en Chihuahua sigue siendo un referente de reconciliación y denuncia. Su paso por Juárez representó una oportunidad para mirar de frente las heridas de una frontera y para dignificar, desde la fe y la acción, a quienes más sufren. Su muerte reaviva aquella jornada inolvidable que, en palabras del propio pontífice, buscó que “la noche se vuelva clara” para todos.