El Partido Liberal de Canadá, encabezado por Mark Carney, se alzó este lunes con la victoria en las elecciones legislativas, aunque los resultados preliminares confirman que deberá gobernar en minoría. Tras horas de escrutinio, Carney celebró el triunfo en Ottawa comprometiéndose a trabajar “con todos los partidos, todos los territorios y la sociedad civil”, y anunció que buscará una nueva relación bilateral con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, marcando el fin de la era de integración progresiva entre ambos países.

Con 167 escaños proyectados —cinco menos de los necesarios para alcanzar la mayoría absoluta en el Parlamento—, los liberales mejoraron levemente su desempeño respecto a las elecciones anteriores, aunque no lograron consolidar la hegemonía anticipada por los sondeos. El Partido Conservador, liderado por Pierre Poilievre, alcanzó 145 escaños y, pese a reconocer la victoria liberal, anunció una oposición firme y vigilante. El conteo definitivo sigue pendiente en varias circunscripciones de Ontario, donde las diferencias de votos son mínimas y podrían modificar ligeramente la composición final del Parlamento.

El Bloque Quebequés logró mantener 23 escaños, resistiendo la caída masiva que algunos estudios preveían, mientras que el Nuevo Partido Democrático (NPD) sufrió un descalabro severo, pasando de 25 a apenas siete diputados. Su líder, Jagmeet Singh, anunció su dimisión tras perder incluso su escaño en Vancouver, poniendo fin a ocho años de liderazgo y cerrando un capítulo simbólico como primer dirigente de origen sij de un gran partido canadiense.

En un ambiente electoral marcado por la lentitud del escrutinio y la falta de euforia entre los partidos, los analistas advierten que Carney enfrenta un “regalo envenenado”: un gobierno de minoría en un contexto de tensiones crecientes con Washington y un Parlamento fragmentado, que exigirá pericia política para negociar tanto en el plano interno como internacional. La perspectiva de lidiar con un presidente estadounidense abiertamente hostil y un electorado dividido perfila un escenario complejo para la nueva etapa del liderazgo liberal en Canadá.