César Duarte reaparece y reconfigura el ajedrez político en Chihuahua

Local27 de junio de 2025 Por BP Staff
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En medio de un clima político enrarecido y marcado por los primeros movimientos rumbo al 2027, el regreso público de César Duarte Jáquez, exgobernador de Chihuahua, añade una pieza clave a un tablero ya complejo. Tras casi una década de silencio, Duarte irrumpió nuevamente en el escenario con una publicación directa en sus redes sociales en la que anuncia su retorno no como un acto de impulso, sino como una respuesta deliberada para “contar su versión” y desmontar lo que califica como una “persecución política disfrazada de justicia”.

El contexto no podría ser más simbólico. Duarte aparece tras ganar una batalla legal en Estados Unidos contra su sucesor, Javier Corral, quien lo acusó de haber adquirido de manera ilícita medio centenar de propiedades en ese país. Un juez federal en Texas desestimó las pruebas presentadas por Corral, dictando una resolución que deja al exmandatario en una posición más sólida, y al promotor de la llamada "Operación Justicia para Chihuahua", en un nuevo terreno de descrédito político.

El regreso de Duarte no solo aviva su disputa personal con Corral —hoy senador por Morena y aún con acceso a las esferas federales—, sino que inyecta una nueva dosis de polarización a la dinámica política local. Las declaraciones del exgobernador tienen un claro destinatario, y anticipan una vendetta política de largo alcance. Su afirmación de que usará sus redes para “compartir hechos, resoluciones y pruebas” es una advertencia: su narrativa será también una herramienta política.

En los pasillos del poder en Chihuahua, se interpreta este retorno como parte de un acuerdo no escrito con la gobernadora Maru Campos. La libertad y el silencio de Duarte durante los últimos meses habrían sido parte de un entendimiento tácito, que ahora se confirma con la permisividad de su reaparición pública. En este nuevo escenario, Duarte puede convertirse en un eficaz operador político contra el panismo crítico y el morenismo disidente, incluyendo al propio Corral.

Aunque el PRI se ha deslindado públicamente de su figura, Duarte no necesita de siglas tradicionales. Su capital político —una mezcla de arrastre popular, estructura residual y sed de revancha— le permitiría operar por fuera de los márgenes partidistas tradicionales. De hecho, en su entorno ya se discute la creación de una plataforma local que le permita actuar con independencia, canalizando a quienes, fuera del circuito oficialista, buscan un reingreso al poder.

En la antesala del proceso electoral de 2027, su figura inquieta a todos los frentes. Para Morena, representa un factor de desestabilización; para el PAN, un pasado con el que nunca logró romper del todo; y para las élites empresariales, un actor incómodo, pero conocedor de los resortes del poder. Mientras tanto, en el Senado ya se gesta una iniciativa para reactivar procesos en su contra desde el ámbito federal, conscientes de que su presencia reconfigura equilibrios y amenaza con alterar la narrativa dominante en Chihuahua.

En política, las reglas rara vez son fijas. Y con Duarte de vuelta en el tablero, las piezas ya no se moverán igual.

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