

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, advirtió este miércoles que su país cuenta con más de 5,000 misiles antiaéreos rusos Igla-S, los cuales calificó como “una de las armas más poderosas que hay”, y aseguró que están desplegados en puntos estratégicos del territorio nacional para garantizar la tranquilidad, estabilidad y paz del pueblo venezolano. Las declaraciones fueron emitidas durante un acto transmitido por el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV).
“Cualquier fuerza militar del mundo sabe el poder de los Igla-S y Venezuela tiene nada más y nada menos que 5,000 Igla-S en los puestos claves de la defensa antiaérea, para garantizar la paz, la estabilidad y la tranquilidad de nuestro pueblo. Más de 5,000, (…) el que entendió, entendió”, expresó Maduro, en un contexto de creciente tensión con Estados Unidos por el despliegue militar norteamericano en el mar Caribe, que Caracas interpreta como una amenaza directa orientada a propiciar un cambio de régimen.
El mandatario también señaló que el país ha invertido en tecnología de simulación para entrenar a miles de operadores de estos misiles, que —afirmó— están distribuidos en todo el territorio, “hasta en la última montaña, hasta en el último pueblo y hasta en la última ciudad”, con el propósito de convertir a Venezuela en una “patria inexpugnable”.
Las declaraciones de Maduro se produjeron el mismo día en que el presidente estadounidense, Donald Trump, reiteró su disposición a extender la operación militar antidrogas al territorio venezolano si lo considera necesario. Desde la Oficina Oval, Trump afirmó que, de tomar esa decisión, notificará al Congreso, aunque aclaró que en su opinión no requiere autorización para actuar, dado que lo respalda la legalidad vigente por tratarse de un asunto de seguridad nacional.
El Departamento de Guerra de Estados Unidos confirmó ese mismo miércoles un nuevo ataque contra una supuesta narcolancha, el primero registrado en el Pacífico, lo que eleva a ocho el número de embarcaciones destruidas desde que el Pentágono desplegó su ofensiva en el Caribe, principalmente cerca de las aguas territoriales venezolanas.
Este nuevo cruce de declaraciones profundiza la tensión entre ambos gobiernos, en medio de una operación que Washington justifica como parte de su estrategia antidrogas, pero que Caracas rechaza por considerarla una amenaza directa a su soberanía y a la estabilidad regional.