

En un movimiento que busca revertir las limitaciones estructurales heredadas de décadas anteriores, el secretario de Educación Pública, Mario Delgado, anunció una expansión significativa en la cobertura del Bachillerato Nacional: 120 mil nuevos lugares y la construcción de 20 planteles a lo largo del sexenio. Este esfuerzo se enmarca en una estrategia federal para fortalecer la educación media superior como eje clave en el desarrollo del país.
La proyección implica una cobertura sin precedentes, estimada en un 85 por ciento, una cifra que —de acuerdo con autoridades— representa un punto de inflexión respecto al rezago acumulado durante el periodo neoliberal, cuando la inversión en infraestructura educativa fue mínima y la demanda superó sistemáticamente a la oferta. En contraste, el actual enfoque busca no solo ampliar el acceso, sino también consolidar una red de instituciones capaz de responder a las transformaciones demográficas y sociales que enfrenta México.
Para el presente año se han previsto 88 acciones orientadas a generar 45 mil nuevos lugares, con miras a atender de manera inmediata la creciente demanda de jóvenes que buscan continuar sus estudios. Este despliegue operativo implica un redireccionamiento del gasto público hacia sectores tradicionalmente marginados, además de un rediseño en la planeación territorial educativa, en el que se priorizan zonas con bajos niveles de escolaridad y altos índices de exclusión.
Aunque los detalles presupuestales y logísticos aún se afinan, la apuesta del gobierno por una educación media superior más robusta parece trazar una ruta distinta a la de sexenios anteriores. La expansión anunciada no solo responde a una demanda histórica, sino que plantea una reconfiguración estructural del sistema educativo que podría redefinir, en el mediano plazo, el perfil formativo de toda una generación.











