

La cumbre de los BRICS celebrada este domingo en Río de Janeiro marcó un punto de inflexión para el bloque de economías emergentes, al lograr un inédito consenso sobre uno de los temas más sensibles de la agenda internacional: la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU. Superando diferencias internas, los países miembros —con excepción de algunas reservas africanas— coincidieron en la necesidad de una transformación profunda del organismo más poderoso del sistema multilateral.
En la declaración final, los líderes del grupo afirmaron su respaldo a “una reforma integral de las Naciones Unidas, incluido su Consejo de Seguridad, con el objetivo de hacerlo más democrático, representativo, eficaz y eficiente”. Rusia y China, tradicionalmente cautelosos ante cualquier modificación que pudiera diluir su poder de veto, avalaron la propuesta de dar un papel más relevante a Brasil e India en las decisiones del organismo, aunque evitaron pronunciarse sobre una representación africana única, debido a objeciones de Egipto y Etiopía.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, anfitrión de la cumbre, fue categórico al señalar que la arquitectura global actual es obsoleta. “Cada día que mantenemos una estructura internacional arcaica y excluyente, es un día perdido para resolver las crisis que asolan a la humanidad”, advirtió durante la apertura.
En materia geopolítica, el bloque emitió una condena explícita a los ataques “militares” contra Irán ocurridos el pasado junio, atribuidos a Israel y Estados Unidos, aunque sin mencionarlos directamente. La postura refleja un delicado equilibrio entre la solidaridad con un socio reciente —Irán se incorporó en 2024— y la necesidad de preservar márgenes diplomáticos. También se expresó preocupación por la situación en Gaza y se rechazaron los recientes ataques a infraestructura ferroviaria en Rusia.
En paralelo, los BRICS criticaron el incremento del gasto militar por parte de los países de la OTAN. Lula acusó a la alianza atlántica de “alimentar una carrera armamentista”, lamentando que se prioricen recursos para la guerra sobre los compromisos con el desarrollo.
El debate sobre inteligencia artificial también ocupó un lugar destacado en la agenda. En una postura conjunta, los BRICS pidieron a las Naciones Unidas liderar un marco global de gobernanza para esta tecnología, destacando la urgencia de establecer principios éticos, estándares técnicos y mecanismos de supervisión. La declaración enfatizó que el uso de la IA debe garantizar la soberanía de los datos, la inclusión digital y evitar la concentración del poder tecnológico.
La cumbre, sin embargo, no estuvo exenta de tensiones. Las ausencias de los presidentes Xi Jinping (China) y Vladímir Putin (Rusia), así como las diferencias entre los nuevos miembros del grupo, como Egipto e Irán, evidencian los retos de coordinación en un foro cada vez más heterogéneo.
La cita se realizó en un contexto geopolítico cargado, a pocos días de que el presidente estadounidense Donald Trump imponga nuevos aranceles, con especial foco en economías emergentes que, como los BRICS, han cuestionado la hegemonía del dólar en el comercio internacional.
El consenso alcanzado sobre la reforma del Consejo de Seguridad representa una victoria diplomática para Brasil y un gesto de afirmación geopolítica para el bloque. Si bien la implementación efectiva aún depende de las complejas dinámicas de la ONU, la postura unificada de los BRICS refuerza su ambición de reconfigurar la arquitectura global desde una perspectiva más plural y multipolar.