

Reunidos en Río de Janeiro, los líderes de los BRICS –ahora ampliado a once países– cerraron la primera jornada de su cumbre anual con una declaración de 126 puntos que equilibra las tensiones geopolíticas globales con una cuidadosa diplomacia. Aunque sin mencionar directamente al presidente estadounidense Donald Trump, el foro condenó el proteccionismo comercial, los bombardeos contra Irán y los ataques a infraestructura civil en Rusia, mientras reafirmó su impulso por un orden mundial más multipolar.
El documento final evitó señalar explícitamente a Estados Unidos en relación con los aranceles anunciados por Trump, quien dio un ultimátum para imponer nuevas tarifas del 100% a economías emergentes que desafíen la supremacía del dólar. La declaración, sin embargo, expresó su “preocupación seria” por las medidas arancelarias unilaterales que distorsionan el comercio global. Esta ambigüedad responde, según expertos, al deseo de evitar una confrontación directa con Washington, en un momento de máxima volatilidad internacional.
En el mismo tono reservado, los BRICS condenaron los ataques del 13 de junio contra Irán, sin mencionar a Estados Unidos o Israel como responsables. La inclusión de este punto fue un logro parcial para Teherán, que no logró el respaldo total para un pronunciamiento más firme. La postura intermedia refleja las divergencias dentro del grupo, particularmente por la postura de aliados estadounidenses como India y Emiratos Árabes Unidos.
En el plano político, el bloque reafirmó su respaldo a una reforma urgente del Consejo de Seguridad de la ONU, el FMI y el Banco Mundial, abogando por una mayor representatividad del Sur Global. Brasil e India fueron propuestos por Rusia y China para asumir roles más influyentes en el sistema multilateral, mientras que Sudáfrica quedó al margen por desacuerdos internos del continente africano, liderados por Egipto y Etiopía.
Uno de los gestos más evidentes de alineación política fue el respaldo implícito a Vladímir Putin. Aunque ausente físicamente debido a la orden de arresto internacional en su contra, el mandatario ruso participó por videoconferencia y recibió un guiño diplomático: la declaración de los BRICS condenó explícitamente los ataques contra infraestructuras civiles en regiones rusas, atribuidos a Ucrania, aunque sin nombrarla directamente. En contraste, la invasión rusa de 2022 a Ucrania fue abordada sin identificar a Rusia como el agresor, como ya es habitual en este bloque.
En el plano tecnológico, los BRICS solicitaron a la ONU que encabece un esfuerzo global para establecer principios éticos y regulaciones internacionales sobre inteligencia artificial, subrayando la necesidad de equidad digital y soberanía de datos.
Ante este escenario, Trump respondió con una amenaza directa: impondrá aranceles del 10% a los países que se alineen con los BRICS, política que entrará en vigor el 1 de agosto. Aunque no se mencionaron públicamente durante la cumbre, sus palabras resonaron en las decisiones y el tono de los comunicados.
Desde Moscú, el Kremlin recalcó que la alianza BRICS no está dirigida contra ningún país y defendió su enfoque como “un esfuerzo común entre naciones con intereses compartidos”. La tensión geopolítica crece, pero por ahora los BRICS optan por fortalecer su unidad sin dinamitar los canales de diálogo.