

En un giro controvertido y cargado de implicaciones geopolíticas, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, afirmó este martes desde Washington D. C. que su gobierno está “cerca de encontrar a varios países” dispuestos a recibir a palestinos que deseen abandonar la Franja de Gaza. Lo hizo en el marco de una cena oficial con el presidente estadounidense Donald Trump en la Casa Blanca, donde ambos líderes ratificaron su cooperación para poner en marcha una nueva etapa del plan de reubicación, mientras afinaban detalles sobre una propuesta de tregua temporal de 60 días.
“Si la gente quiere quedarse, puede quedarse, pero si quiere irse, debe poder hacerlo”, declaró Netanyahu al ser interrogado sobre la viabilidad del plan. Trump, por su parte, evitó nombrar países específicos pero aseguró que han encontrado “gran cooperación por parte de los países vecinos”.
La propuesta, respaldada con entusiasmo por la administración republicana desde el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero, ha sido duramente criticada por gobiernos árabes y organizaciones internacionales, que la califican como una forma encubierta de limpieza étnica. Estos señalamientos cobran aún más fuerza dado que la idea desestima, de facto, cualquier escenario futuro que contemple la creación de un Estado palestino viable.
A pesar del rechazo regional, ambos mandatarios insisten en presentar el plan como una salida “voluntaria” para los gazatíes. Según Netanyahu, “estamos trabajando para cumplir lo que tantos han dicho durante décadas: dar a los palestinos una vida mejor”.
En paralelo, Washington presiona para que Hamás acepte de inmediato la propuesta de alto el fuego. “Necesitamos que todos los rehenes vuelvan a casa, y Hamás debe aceptar ya esta propuesta”, dijo la portavoz presidencial Karoline Leavitt. El plan prevé una tregua de 60 días, la liberación de rehenes y la apertura de corredores humanitarios. Sin embargo, las conversaciones mediadas en Doha siguen estancadas y el enviado especial estadounidense, Steve Witkoff, se trasladará esta semana a Catar para destrabar las negociaciones.
En la misma jornada, Trump anunció que se retomarán las conversaciones con Irán tras el bombardeo estadounidense del mes pasado contra tres instalaciones nucleares en territorio iraní. El republicano aseguró que “Irán quiere hablar” y que las conversaciones podrían reanudarse la próxima semana. La ofensiva conjunta de EE. UU. e Israel en junio provocó una escalada bélica de doce días que dejó casi un millar de muertos en Irán y más de dos decenas en Israel, hasta alcanzar un frágil alto el fuego.
Mientras tanto, la declaración conjunta tras la cena evitó referencias directas a los términos más polémicos del conflicto, repitiendo la fórmula de condenar la violencia sin mencionar explícitamente a Israel o Hamás como partes responsables.
El tono general de la velada entre Trump y Netanyahu dejó clara una intención compartida de reposicionar el conflicto bajo una nueva narrativa: la de la reubicación como solución humanitaria, y no como desplazamiento forzado. La reacción internacional a este renovado impulso determinará si el plan encuentra espacio en el tablero diplomático o se convierte en un nuevo eje de polarización en un escenario ya profundamente fragmentado.