

Francia enfrenta una nueva crisis política luego de que los legisladores derrocaran al gobierno del primer ministro François Bayrou en una abrumadora votación de desconfianza. Con 364 votos en contra frente a solo 194 a favor, la Asamblea Nacional puso fin al efímero mandato del centrista de 74 años, quien duró menos de nueve meses en el cargo. Esta es la tercera caída de un gobierno bajo el mandato del presidente Emmanuel Macron en menos de un año, lo que agudiza la inestabilidad en la segunda economía más grande de Europa.
Bayrou apostó por una arriesgada moción de confianza para respaldar su impopular plan de recortes al gasto público, con el objetivo de contener la creciente deuda nacional. Sin embargo, su estrategia se volvió en su contra cuando los bloques de izquierda y derecha en el parlamento se unieron para destituirlo, reflejando el rechazo a su gestión y la fragilidad del gobierno minoritario de Macron.
La situación deja al presidente francés en la compleja tarea de nombrar a un cuarto primer ministro en apenas 12 meses, tras las salidas de Gabriel Attal en septiembre de 2024, Michel Barnier en diciembre y ahora François Bayrou. La legislatura, fragmentada y sin un bloque dominante desde las elecciones anticipadas de junio de 2024, ha impedido a Macron consolidar una mayoría efectiva para gobernar.
A pesar del revés, Macron mantiene su control sobre la política exterior y el liderazgo militar, pero sus capacidades para avanzar en el ámbito nacional están gravemente limitadas. La crisis también expone los efectos de su fallida apuesta electoral de 2024, que buscaba fortalecer su alianza centrista, pero resultó en una Asamblea Nacional profundamente dividida.
Bayrou, en su último discurso ante el parlamento, defendió su decisión de convocar la moción de confianza, argumentando que la deuda pública de Francia, que alcanzó los 3.346 billones de euros al cierre del primer trimestre de 2025 (el 114% del PIB), representa una amenaza existencial para la libertad del país. “La sumisión a la deuda es como la sumisión a través de la fuerza militar. En ambos casos, perdemos nuestra libertad”, advirtió.
El colapso del gobierno también ha generado llamados de la oposición para nuevas elecciones legislativas. Marine Le Pen, líder del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional, instó a Macron a disolver nuevamente la Asamblea Nacional, confiada en que su partido podría obtener la mayoría en una nueva contienda electoral.
Mientras tanto, Macron deberá buscar a un nuevo primer ministro capaz de sobrevivir al entorno parlamentario hostil y encabezar un gobierno funcional en medio de presiones económicas internas, el contexto geopolítico internacional y la incertidumbre que generan las elecciones presidenciales en Estados Unidos con el regreso de Donald Trump al escenario global.
El próximo jefe de gobierno enfrentará de inmediato la necesidad de implementar recortes presupuestarios por más de 44 mil millones de euros en 2026 para reducir el déficit del 5.8% del PIB actual al objetivo del 3% fijado por la Unión Europea. Bayrou había advertido que evitar esta reforma podría dejar a Francia aún más dependiente de acreedores internacionales y profundizar su vulnerabilidad económica.
Con un escenario legislativo estancado y una economía bajo presión, la capacidad de Macron para avanzar en su agenda se verá aún más restringida, consolidando así una de las etapas más turbulentas de la política francesa reciente.