César Duarte y el “trono papal”: el sillón de Francisco hallado en su capilla privada

El rancho El Saucito, propiedad del exgobernador de Chihuahua, César Duarte, ha sido escenario de múltiples hallazgos que revelan no sólo excesos, sino símbolos cargados de poder e ironía. Entre los objetos incautados por la Fiscalía General del Estado destaca uno en particular: un sillón blanco con el escudo del Vaticano, utilizado por el papa Francisco durante su histórica visita a México en 2016.
Este mueble, que formaba parte del mobiliario litúrgico dispuesto para el pontífice en su paso por Ecatepec, fue hallado en el centro de una capilla privada construida por Duarte en lo alto de una loma de su propiedad. Según testigos, era el lugar habitual que ocupaba el exmandatario durante las ceremonias religiosas que organizaba para familiares y allegados. La pieza fue asegurada junto a un reclinatorio, veladoras, imágenes religiosas y una loza de mármol que fungía como altar.
El destino de estos artículos estaba originalmente ligado a la creación de un museo en honor al papa Francisco, iniciativa anunciada tras su visita a Ciudad Juárez. El proyecto, sin embargo, nunca se concretó. La ausencia de supervisión y la cercanía entre el entonces gobernador y los organizadores del evento permitieron que objetos de valor histórico y simbólico terminaran en manos privadas.
La capilla, escarbada a mano según relatan trabajadores del rancho, estaba diseñada para albergar celebraciones religiosas, y su construcción, a pesar del riesgo geológico, refleja el deseo de Duarte de consolidar un espacio personal de culto y poder. En su interior, los elementos encontrados permiten entrever una apropiación no sólo de símbolos religiosos, sino del aura de legitimidad que estos pueden conferir.
Hoy, el sillón permanece en resguardo de la Fiscalía estatal, como parte del conjunto de bienes asegurados a Duarte en el marco de los procesos judiciales en su contra por delitos de corrupción y enriquecimiento ilícito. La expectativa es que, una vez resuelta su situación legal, estos objetos sean subastados en beneficio del erario público.
Este episodio, más allá del escándalo anecdótico, retrata una época donde los límites entre lo público, lo religioso y lo personal se desdibujaron bajo el peso de la impunidad. El “trono” del papa en manos de un exgobernador prófugo, simboliza con crudeza la apropiación del poder y de los símbolos más sagrados para fines personales. Una imagen tan elocuente como incómoda para la memoria política de Chihuahua.