

Desde el corazón diplomático del G7, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó este lunes un nuevo mensaje de presión sobre Irán, en medio de la escalada bélica que ha cobrado centenares de vidas en su cuarto día de enfrentamientos con Israel. “Irán no está ganando esta guerra y deberían hablar inmediatamente antes de que sea demasiado tarde”, sentenció el mandatario durante un encuentro con el primer ministro canadiense, Mark Carney, en Alberta.
La advertencia, pronunciada en el marco de una de las cumbres más tensas de los últimos años, llegó en paralelo a reportes del Wall Street Journal según los cuales Irán habría enviado señales, a través de intermediarios árabes, de su disposición a desescalar el conflicto. Según estas fuentes, Teherán habría condicionado su acercamiento a que Estados Unidos no se involucre directamente en los ataques israelíes, aunque reconoce el respaldo logístico que Washington ya ha brindado.
Trump, sin matices, confirmó este apoyo y reafirmó su alianza histórica con Tel Aviv: “Siempre hemos apoyado a Israel. Lo hemos hecho desde hace mucho tiempo, de forma contundente. A Israel le está yendo muy bien”.
El conflicto entre Israel e Irán ha dominado los márgenes del G7, a pesar de que la agenda oficial se centra en seguridad energética, transición digital y paz global. El cara a cara entre Trump y Carney también refleja el nuevo equilibrio diplomático, donde el conflicto en Oriente Medio ha desplazado el foco de atención de las disputas comerciales hacia una amenaza geoestratégica de mayor envergadura.
El llamado del presidente estadounidense a iniciar negociaciones podría interpretarse como un intento por contener un escenario de guerra regional más amplio. Sin embargo, la simultánea reafirmación de su respaldo a las operaciones militares israelíes sugiere una estrategia dual de presión y disuasión, donde la vía diplomática se presenta como única alternativa a una escalada sin retorno.
Mientras tanto, las capitales europeas presentes en la cumbre observan con creciente preocupación el curso del conflicto, conscientes de que una prolongación del mismo tendría repercusiones energéticas, migratorias y de seguridad más allá de Oriente Medio. La ventana para un diálogo efectivo entre Teherán y Washington parece estrecha, pero aún no cerrada.