

Dick Cheney, quien fuera vicepresidente de Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush (2001-2009), falleció el 3 de noviembre a los 84 años de edad debido a complicaciones derivadas de una neumonía y problemas cardiovasculares. La noticia fue confirmada este martes por su familia a través de un comunicado, en el que se resaltó su extensa trayectoria en el servicio público y su influencia en la política estadounidense contemporánea.
Cheney murió acompañado de su esposa e hijas, según detalló la familia. En el mensaje, lo describieron como “un hombre bueno que enseñó a sus hijos y nietos a amar a su país y a vivir sus vidas con coraje, honor, amor y amabilidad”. Agradecieron profundamente sus contribuciones al país y aseguraron sentirse “bendecidos más allá de toda medida por haber querido y haber sido queridos por este noble gigante de hombre”.
Con una carrera política de más de cuatro décadas, Cheney fue una figura dominante dentro del Partido Republicano. Fue jefe de gabinete de la Casa Blanca durante el mandato de Gerald Ford, congresista por Wyoming durante más de una década, y secretario de Defensa bajo el gobierno de George H. W. Bush, desde donde lideró la operación militar en el Golfo Pérsico en 1991.
Sin embargo, su papel más controversial llegó como vicepresidente en la administración de George W. Bush, cuando se convirtió en uno de los principales arquitectos de la llamada “guerra contra el terrorismo”, impulsando las intervenciones militares en Afganistán e Irak tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Su figura fue sinónimo de una política exterior agresiva y del fortalecimiento de las agencias de inteligencia, lo que le valió tanto apoyo como críticas a nivel nacional e internacional.
Además de su papel en la Casa Blanca, Cheney dirigió la compañía energética Halliburton entre 1995 y 2000, un vínculo que también generó cuestionamientos por presuntos conflictos de interés durante la guerra en Irak.
En sus últimos años, Cheney marcó distancia con la dirección del Partido Republicano, especialmente por su abierto rechazo a Donald Trump. En 2022, calificó al expresidente como “cobarde” y “la mayor amenaza que ha conocido la república”, respaldando públicamente a su hija Liz Cheney, quien también se volvió una crítica destacada del trumpismo.
Cheney nació en Lincoln, Nebraska, en 1941, y deja un legado marcado por su defensa del poder ejecutivo, su influencia duradera en la política de seguridad nacional de Estados Unidos y su figura polarizante dentro del espectro conservador. Con su fallecimiento se cierra un capítulo importante de la historia reciente de Estados Unidos, ligado a momentos clave que definieron el rumbo del país en el siglo XXI.












