Casa Blanca sugiere cambio de régimen en Irán si no accede a una solución pacífica

La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, sostuvo este lunes que un eventual cambio de régimen en Irán sería legítimo si las autoridades de Teherán se niegan a adoptar una salida pacífica al actual conflicto. En declaraciones a Fox News, Leavitt afirmó que el presidente Donald Trump “sigue comprometido” con una solución diplomática, pero subrayó que, si esta no se materializa, “el propio pueblo iraní debería cuestionar el poder de un régimen que lo ha oprimido durante décadas”.
Estas declaraciones se producen apenas horas después de que el mandatario estadounidense publicara un mensaje en su red Truth Social en el que sugería abiertamente la posibilidad de un cambio de régimen en Irán, apelando al eslogan “Make Iran Great Again” (MIGA), en clara alusión a su consigna de campaña. “No es políticamente correcto usar el término ‘cambio de régimen’, pero si el actual régimen iraní no puede HACER IRÁN GRANDE DE NUEVO, ¿por qué no habría un cambio de régimen?”, escribió.
Leavitt defendió que la postura del presidente no implica un cambio en la estrategia militar, sino una reafirmación de su creencia en “el poder del pueblo iraní para controlar su destino”. En su lectura, Trump está simplemente planteando “una buena pregunta que muchas personas en todo el mundo se están haciendo”.
El mensaje se enmarca en una escalada retórica y militar tras el ataque del sábado pasado a tres instalaciones nucleares clave de Irán —Fordó, Natanz e Isfahán— en una operación denominada “Martillo de Medianoche”. Según fuentes oficiales, los bombardeos fueron exitosos y todos los aviones estadounidenses regresaron a salvo.
La narrativa de la Casa Blanca, sin embargo, se distancia de la moderación diplomática. La alusión explícita a un cambio de régimen —aunque bajo la fórmula de una transformación interna impulsada por la ciudadanía iraní— evoca las posturas intervencionistas que marcaron otras etapas críticas de la política exterior estadounidense.
Mientras tanto, desde Teherán, el régimen ha prometido una respuesta “decisiva” y “proporcional”, reservándose “todas las opciones” para defender su soberanía. En paralelo, el Consejo de Seguridad de la ONU celebró una sesión extraordinaria convocada por Irán, donde el embajador Amir Saeid Iravani acusó a Estados Unidos de violar la Carta de Naciones Unidas y de actuar como “instrumento” de la política israelí.
El vicepresidente estadounidense JD Vance intentó matizar la tensión afirmando que Estados Unidos “no está en guerra con Irán, sino con su programa nuclear”, pero las señales desde la Casa Blanca parecen deslizar, sin ambigüedad, que el conflicto ha trascendido el plano técnico para instalarse en el corazón del poder político iraní.
El discurso de cambio de régimen, aunque cuidadosamente envuelto en términos de autodeterminación popular, abre un nuevo frente en la confrontación. A medida que el conflicto escala en múltiples niveles, el riesgo ya no es sólo una nueva guerra en Medio Oriente, sino la reconfiguración forzada del equilibrio regional por medios que desafían los marcos clásicos de legalidad internacional.