Tensiones en aumento: Irán e Israel intercambian ataques directos en medio de la guerra en Gaza
Desde el inicio de la guerra en Gaza el pasado 7 de octubre, Irán ha intensificado sus ataques contra Israel de una manera sin precedentes. Aunque ha evitado un enfrentamiento directo total, ha estado utilizando a sus aliados para hostigar al Estado judío, acercándose cada vez más a una guerra abierta.
A pesar de los recientes ataques directos de Irán, la situación en las calles iraníes no ha provocado una tensión significativa entre la población. Muchos ciudadanos, especialmente mujeres, están más preocupados por la falta de libertades y oportunidades económicas que por el conflicto con Israel.
En abril, Irán lanzó por primera vez un ataque con misiles balísticos contra Israel, en represalia por la muerte de siete generales de la Guardia Revolucionaria en Siria. Este ataque fue considerado por Teherán como el inicio de una nueva etapa en el conflicto encubierto que hasta entonces había sido manejado a través de aliados o en terceros países.
El comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, el general Hosein Salamí, afirmó que Irán había decidido "crear una nueva ecuación", en la que respondería directamente a cualquier ataque de Israel contra sus intereses. Esta "nueva ecuación" se hizo evidente nuevamente con un segundo ataque masivo la noche del 1 de octubre, en venganza por las recientes muertes del líder de Hezbolá, Hasán Nasrala, y el general de la Guardia Revolucionaria, Abbas Nilforushan, en bombardeos israelíes en Beirut.
A pesar de estos ataques, Irán ha mantenido conversaciones con Reino Unido, Francia y Alemania para intentar reducir las tensiones, dejando claro que no busca una guerra directa con Israel. En su lugar, Irán prefiere debilitar a su enemigo mediante el apoyo al "Eje de la Resistencia", una alianza informal que incluye a Hezbolá, Hamás, los hutíes en Yemen y milicias en Irak.
El objetivo de Teherán es evitar un conflicto abierto que podría involucrar a Estados Unidos y desestabilizar aún más su territorio, donde regiones como el Kurdistán y Sistán-Baluchistán podrían aprovechar la oportunidad para rebelarse.
Irán, liderado por el líder supremo Ali Jameneí, enfrenta un delicado equilibrio entre sus acciones militares y el creciente descontento popular por la situación económica y la falta de libertades. Aunque su política a largo plazo es el derrumbe del Estado israelí, como señala el iranólogo Raffaele Mauriello, Irán debe tener cuidado de no desatar una guerra que podría poner en riesgo la estabilidad de la República Islámica.
La situación sigue siendo incierta, mientras el mundo observa de cerca los próximos movimientos de ambas naciones y sus aliados.