Trump abre puerta a negociar aranceles mientras más de 50 países buscan evitar represalias comerciales

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó este domingo que está “abierto” a negociar su agresiva política arancelaria, siempre y cuando ello contribuya a reducir el déficit comercial de su país con naciones como China y la Unión Europea. La declaración, realizada a bordo del avión presidencial Air Force One, llega en medio de una creciente presión internacional tras la entrada en vigor del arancel global del 10 %, impuesto por Washington a más de 180 países y territorios desde el pasado sábado.
“Quiero resolver el problema del déficit. Si quieren hablar de eso, estoy abierto a hablar. Pero de lo contrario, ¿por qué querría hablar con ellos?”, sentenció Trump. Sus palabras revelan una estrategia de confrontación que, sin embargo, reconoce la posibilidad de desescalar en función de resultados concretos.
El director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Kevin Hassett, confirmó que al menos 50 países ya han establecido contacto con la administración estadounidense para negociar condiciones que les eviten ser afectados por los nuevos gravámenes. La medida arancelaria —calificada por Trump como parte de una “liberación” económica— ha encendido las alarmas de una recesión global y provocado severas turbulencias en los mercados financieros internacionales.
De acuerdo con funcionarios estadounidenses, los aranceles no se retirarán de forma inmediata. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, afirmó que permanecerán “durante días y semanas” aunque se estén llevando a cabo negociaciones. “Los países del mundo nos están estafando, y eso tiene que terminar”, dijo, en línea con el discurso proteccionista que ha caracterizado a la actual administración.
En paralelo, el presidente del Partido Comunista de Vietnam, To Lam, solicitó a Trump un aplazamiento de 45 días para el arancel del 46 % impuesto a los productos vietnamitas, el cual está programado para entrar en vigor el próximo 9 de abril. Lam también propuso un encuentro en Washington para alcanzar un acuerdo que beneficie a ambas naciones y contribuya a la estabilidad regional.
Entre las singularidades del nuevo arancel global figura la inclusión de territorios sin actividad económica, como las islas Heard y McDonald o el archipiélago de Cocos. Según Lutnick, se trata de una medida preventiva para evitar “lagunas legales” que podrían ser utilizadas como puentes comerciales indirectos, como —según aseguró— ocurrió con China en 2018.
Los efectos de la política arancelaria no se han hecho esperar. Instituciones como la Reserva Federal han advertido que la medida podría traducirse en mayor inflación y menor crecimiento. JP Morgan, por su parte, no descarta que EE. UU. entre en recesión si se intensifica el aislamiento comercial. Aun así, la Casa Blanca insiste en que esta es la vía para reequilibrar el sistema económico global.
En el fondo, lo que está en juego es una redefinición del comercio internacional bajo parámetros estadounidenses. Trump no oculta su objetivo: romper con lo que considera una red de acuerdos injustos y rehacer las reglas desde la posición dominante de su país. El mensaje ha sido recibido con inquietud en todo el mundo. Ahora, más de medio centenar de naciones esperan que en esa búsqueda de nuevas reglas, aún quede espacio para el diálogo.