

Bonilla, el doble filo: traición en CDMX, lealtad a conveniencia
Parece que en Acción Nacional las lealtades duran menos que un spot de campaña, y Marco Bonilla acaba de dar cátedra de cómo apuñalar con elegancia y sonrisa. La semana pasada lo vimos en Chihuahua, ovacionado por Jorge Romero, líder nacional del PAN, quien lo alabó como un gran alcalde y “posible” candidato a la gubernatura. Hasta ahí todo fluía con la armonía de una coreografía azul.
Pero resulta que Bonilla voló a Ciudad de México… directo a los brazos de Ricardo Anaya, el archienemigo interno de Romero. ¿El pretexto? Presentar proyectos de presupuesto. ¿La realidad? Sumarse al bloque disidente que promueve una visión más conservadora del PAN y que, para colmo, destapó a Maru Campos para 2030 sin siquiera avisarle a la dirigencia nacional.
Y es que el PAN vive su propia guerra civil: Romero y Taboada de un lado; Anaya y Marko Cortés del otro. Unos coquetean con el progresismo light estilo Biden, otros con la ortodoxia conservadora de El Yunque, la misa de domingo y la moralina legislada.
En ese contexto, la foto de Bonilla con Anaya no fue una casualidad: fue una declaración de principios y una declaración de guerra. Y la gobernadora Maru Campos, que hace apenas unos días era la madrina de Bonilla, hoy tiene que digerir que su criatura política ya se fue con otro padrino.
Dicen que en política las traiciones no se perdonan, pero sí se administran. Habrá que ver cómo administra Maru esta.
Bonilla se destapa… ahora sí, sin pretextos
Y por si la puñalada a Romero no hubiera sido suficiente, Marco Bonilla decidió que el disfraz de “funcionario institucional” ya no le sirve. Apenas pisó suelo chilango, se fue directo con medios nacionales para anunciar —sin rodeos— que quiere ser gobernador en 2027.
¿Alguien se sorprende? Por supuesto que no. Lo interesante es el timing, la compañía y, sobre todo, el mensaje político: lo hizo respaldado por Ricardo Anaya, consolidando el quiebre con la cúpula panista oficial y la distancia con Maru Campos.
Bonilla dijo que no le teme a Morena, pero admitió que contra Cruz Pérez Cuéllar podría haber una “competencia fratricida”. No queda claro si la palabra es fratricida por lo intenso o porque Bonilla y Cruz comparten más estilo que ideología.
También sugirió un “proceso abierto a la ciudadanía” para elegir al candidato panista, lo cual suena bien, pero en el PAN sabemos que eso solo aplica cuando el gallo ya está palomeado. Y Bonilla ya está más que palomeado por la corriente Anaya-Markista.
El detalle es que mientras Bonilla se destapa, el PAN no alcanza ni el 25% en encuestas estatales. Entonces sí, puede tener estructura, capital político y respaldo nacional… pero si la marca sigue hundida, su destape es apenas el primer capítulo de una guerra donde lo difícil no es levantar la mano, sino sostenerla.
Maru y los números que no cuadran (aunque jure que sí)
Mientras Bonilla avanza y Anaya reparte bendiciones, Maru Campos se aferra a la narrativa de que “levantó al estado de la crisis”. El problema es que los datos la contradicen brutalmente.
En su balance de cuatro años, la gobernadora habló de avances económicos, programas sociales y estabilidad financiera. Pero los informes financieros cuentan otra historia. En total, se han gastado más de 445 mil millones de pesos, sin que eso se refleje ni en infraestructura productiva, ni en salud, ni en combate a la pobreza.
Peor aún: 90 mil millones ya fueron ejercidos solo en 2025, es decir, el 84% del presupuesto en solo siete meses. Y todavía busca contratar más deuda.
Los ingresos excedentes (más de 45 mil millones) pudieron haber pagado el 75% de la deuda pública estatal o construido diez hospitales del tamaño del nuevo IMSS en Juárez. Pero no. Se fueron en contratos opacos, patrullas arrendadas, helicópteros y publicidad.
Y mientras tanto, no hay nuevas escuelas, ni clínicas, ni caminos. El BRT 2 en Juárez tardó tres años en arrancar y la Sierra Tarahumara sigue en el abandono.
Maru jura que “le dio la vuelta a la deuda”, pero en los hechos, está pateando el problema hacia el siguiente sexenio. Quizá porque ya entendió que ese sexenio no será suyo.
Cruz Pérez Cuéllar, con foto, forma… y mensaje al futuro
Mientras en el PAN todos se traicionan y en el gobierno estatal se maquillan cifras, Cruz Pérez Cuéllar hace política con la vieja escuela: con formas. Esta semana, recibió en su oficina a la nueva presidenta del Poder Judicial en Chihuahua, Marcela Herrera Sandoval.
Una simple “visita de cortesía”, dirán algunos. Pero en política, las fotos son narrativas, las visitas son señales y las formas son fondo.
Marcela Herrera es la primera magistrada en asumir el liderazgo del TSJE, y su primera gira fue, casualmente, a Juárez. Cruz, por supuesto, la recibió con calidez, discurso institucional y fotos en sala protocolaria.
Pero el mensaje no era para la prensa. Era para los operadores, los jueces, los diputados y los otros aspirantes. Pérez Cuéllar está tendiendo puentes, no solo hacia la justicia, sino hacia el 2027. Porque él sabe que si quiere enfrentar a Bonilla y a Andrea Chávez (dentro de su propio partido), necesita más que votos: necesita gobernabilidad futura.
Y mientras los demás se entretienen con filtraciones, traiciones y dimes y diretes, él ya está sembrando su estructura para cosechar poder. Así de simple.
Gertz Manero y la invisible carpeta de Adán Augusto
Y para cerrar con broche de incredulidad, el fiscal Alejandro Gertz Manero decidió aclarar que Adán Augusto López no ha sido citado en el caso “La Barredora” porque “no hay vínculo directo aún”.
Sí, así como lo lee: el exgobernador de Tabasco y actual senador de Morena, cuyo exsecretario de Seguridad está prófugo, con ficha roja de Interpol, no tiene (todavía) relación directa con los hechos.
El fiscal dice que hasta que no atrapen a Hernán Bermúdez Requena, no pueden llamar a nadie más. Aunque ya hay testigos protegidos, colaboradores procesados y todo apunta a que el hilo de la madeja lleva, tarde o temprano, a la oficina del exgobernador.
¿Coincidencia? ¿Protección? ¿Temor a mover demasiado las aguas internas de Morena? Tal vez todo a la vez. Porque en México la justicia nunca corre, camina con bastón, y a veces se detiene para ver si el clima político es propicio.
Pero el mensaje ya está dado: si eres cercano al poder, aún puedes esperar tu carpeta de investigación en la comodidad del escaño. Y mientras tanto, los ciudadanos siguen esperando justicia… sentados.