

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) ordenó este miércoles el cierre inmediato del comercio transfronterizo de ganado vivo, bisontes y caballos con México, tras confirmarse un nuevo caso de gusano barrenador del Nuevo Mundo en el estado de Veracruz. La medida, que toma efecto apenas dos días después de haberse reanudado el comercio ganadero, representa un nuevo golpe para las exportaciones agropecuarias mexicanas y tensa la coordinación sanitaria binacional.
La secretaria de Agricultura estadounidense, Brooke Rollins, justificó la acción como parte de un enfoque preventivo. “Como prometió, el USDA se mantiene alerta para garantizar la protección del ganado y el suministro de alimentos de Estados Unidos”, escribió en su cuenta oficial en X. Afirmó que el caso confirmado por México refuerza la necesidad de mantener barreras sanitarias estrictas y de exigir acciones más proactivas por parte del gobierno mexicano.
El USDA citó un informe reciente del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) que advierte sobre indicios de propagación hacia el norte del brote, lo cual activa automáticamente los protocolos de contención del sistema sanitario estadounidense, especialmente en regiones ganaderas estratégicas del sur del país.
La decisión llega en un momento particularmente delicado: apenas el lunes se había anunciado el restablecimiento del comercio tras dos meses de cierre, lo que había sido interpretado como un voto de confianza a los esfuerzos técnicos de México para contener el foco original en Veracruz. Sin embargo, la detección de un nuevo caso en la misma entidad evidenció la fragilidad de los avances y ha reactivado la desconfianza del socio comercial.
Desde el gobierno mexicano, las autoridades han defendido la aplicación de protocolos de bioseguridad, despliegue veterinario y liberación de moscas estériles, y han calificado el nuevo cierre como una medida desproporcionada, especialmente para estados que han cumplido rigurosamente con las normativas, como Chihuahua, Sonora o Durango.
No obstante, la presión diplomática crece. Estados Unidos ha dejado claro que no reabrirá la frontera hasta que exista una garantía técnica verificable de erradicación y monitoreo continuo. Esto plantea un desafío considerable para la SADER y el SENASICA, que ahora enfrentan una doble exigencia: contener la plaga en tiempo récord y restaurar la credibilidad ante autoridades y mercados internacionales.
La nueva suspensión implica pérdidas millonarias para el sector ganadero mexicano, y pone en pausa operaciones logísticas de exportación que involucraban miles de cabezas de ganado por semana. Para el sector productivo nacional, la urgencia no solo es sanitaria, sino también económica y diplomática: recuperar la confianza requiere más que contención técnica, demanda una respuesta articulada, sostenida y con respaldo federal directo.
Con este nuevo cierre, el caso del gusano barrenador deja de ser un asunto puntual y se convierte en un test de capacidad institucional para la sanidad agropecuaria mexicana frente a estándares internacionales cada vez más rigurosos.