

En una entrevista concedida a la cadena BBC, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, expresó su decepción con el mandatario ruso, Vladímir Putin, en el marco de los esfuerzos para alcanzar un acuerdo que ponga fin a la guerra en Ucrania. Aunque evitó cerrar la puerta a la diplomacia, sus declaraciones reflejan un aumento en la tensión entre Washington y Moscú, justo después de anunciar un eventual paquete de sanciones arancelarias contra Rusia si no se logra un cese al fuego en los próximos 50 días.
“Estoy decepcionado con él, pero no he terminado con él”, afirmó el presidente estadounidense, en una conversación telefónica posterior a su advertencia pública sobre posibles aranceles del 100 % a productos rusos. La declaración refuerza la narrativa de presión económica como instrumento para forzar un cambio en la postura del Kremlin.
Trump se refirió también al carácter volátil de su interlocutor ruso, afirmando que, aunque en ocasiones percibe avances hacia una solución, “entonces derribará un edificio en Kiev”. La referencia al recrudecimiento de los bombardeos sobre zonas urbanas ucranianas coincide con informes recientes sobre el uso intensivo de drones y misiles por parte del ejército ruso, en una ofensiva que se ha intensificado en semanas recientes.
Cuestionado sobre las vías concretas para persuadir a Putin de detener las hostilidades, Trump respondió escuetamente: “Estamos trabajando en ello”, sin ofrecer más detalles sobre los canales de negociación o los términos que se estarían explorando.
En otro giro significativo de su discurso internacional, Trump admitió que ha reevaluado su postura frente a la OTAN. Luego de calificarla como “obsoleta” en su primer mandato, ahora reconoce la importancia de la defensa colectiva: “Significa que los países más pequeños pueden defenderse de los más grandes”, dijo, en lo que parece una alusión implícita al caso ucraniano.
La entrevista ocurre en un momento delicado de la política exterior estadounidense, donde el liderazgo de Trump intenta equilibrar una estrategia de presión económica, reposicionamiento militar y diplomacia condicionada para alcanzar un acuerdo de paz duradero. A pesar del tono crítico hacia Putin, las palabras del mandatario dejan entrever que aún apuesta por una solución negociada, aunque el tiempo y los márgenes para ello parecen cada vez más estrechos.